Sucre

ARTÍCULO DE MONS. JESÚS PÉREZ: “VENGAN A VER” (15-01-12)

Dios, siempre ha tomado la iniciativa de llamar al hombre a vivir su vida. La primera llamada está ya en el momento de la creación. Peca el hombre y rompe con Dios. Pero, Dios no se siente vencido y vuelve a buscarlo, “¿Adán, donde estás? ¿Por qué te has escondido?”(Gn 3,9).

La venida de Jesús, con su nacimiento, es para que “tengamos vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). El mensaje de este domingo puede resumirse en la llamada de Dios al hombre. Por ello, hoy debiéramos reflexionar como hemos de aprender a escuchar la voz de Dios.

En la primera lectura de este domingo leemos la escena encantadora del joven Samuel que oye y reconoce la voz de Dios que le habla. Samuel fue consagrado a Dios por sus padres, Ana y Elcaná para estar sirviendo al Templo. El sacerdote orienta a Samuel y le enseña como responder a la llamada de Dios.

Samuel supo escuchar la voz de Dios, en la noche, en calma y sosiego. Dios habla íntimamente, pero nosotros muchas veces no estamos en condiciones de escuchar su voz. El anciano sacerdote Helí lo lleva por el camino recto para escuchar la voz de Dios, crea en Samuel las condiciones para que por sí mismo experimente el llamado de Dios. Al escuchar Samuel la voz de Dios dijo: “habla, Señor, que tu siervo escucha” (1Sam 3,9). Samuel escuchó atentamente. Cuando participamos en la eucaristía y se proclama la Palabra de Dios, ¿tenemos ganas de escuchar a Dios que nos habla? o ¿Seremos del número de aquellos que piensan que la Palabra no va para ellos?

En el evangelio de hoy, Juan el Bautista, el Precursor del Señor da un testimonio claro de Cristo: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Éste es el nombre que se aplica a Jesús en el libro del Apocalipsis. A consecuencia de este testimonio de Juan, dos discípulos se van detrás de Juan. Estos discípulos son Andrés y Juan.

Esta narración que hace Juan el Evangelista es el llamado de los primeros discípulos, es algo distinto a la que hacen los otros evangelistas. Sin duda, que tiene el sabor de la experiencia viva de haber estado con Jesús. Aquí aparecen los verbos, “venir, ver, permanecer”. Juan no olvida ni la hora, “era las cuatro de la tarde” (Jn 1,39).

Jesús ve que le siguen detrás y les dice: “¿qué quieren?” (Jn 1,38). Estas son las primeras palabras que pronuncia Jesús en el evangelio de Juan. Podríamos afirmar que también hoy sigue Cristo preguntando a todo el que se acerca a Él lo mismo que hizo a Andrés y a Juan. Dios quiere que vayamos, le veamos y permanezcamos con Él, que clarifiquemos nuestra relación con Él.

Es verdad que la llamada de Dios, muchas veces, no es tan clara como quisiéramos. No es fácil reconocer la llamada de Dios. Hace falta la ayuda de algunas personas para conocer qué quiere Dios, pero cuidado, siempre cada uno tiene su respuesta personal. Cada cual a la hora de optar por Cristo se encuentra solo ante Dios.

Hay una enseñanza clara en la Palabra de hoy. Tenemos que ayudarnos unos a otros a conocer la voluntad de Dios. ¿Cómo nos ayudamos en el hogar: a escuchar y responder el llamado de Dios? ¿Respetan los padres la llamada y ayudan a sus hijos en su vocación? ¿Especialmente los padres y educadores ayudan a los niños y jóvenes cuando se trata de la llamada a la vocación sacerdotal y religiosa? Y, esto, tanto con las palabras como con el testimonio de vida. Se trata de un testimonio vivencial, “vengan y verán” (Jn 1,39).

Aparecida nos señala que para ser discípulos misioneros es necesario el encuentro personal con Jesucristo. Por ello, se nos vuelve a invitar, “vengan y verán” (Jn 1,39). Hay que experimentar personalmente quién es Jesús. Necesitamos abrir nuestros ojos y oídos, especialmente el corazón, para que Cristo nos llene de su gracia. No podemos ser discípulos de Jesús sin haber estado con Él, sin haber intimado con Él, sin permanecer con Él. El mismo Jesús lo dice: “permanezcan en mi amor” (Jn 15,9).

Jesús Pérez Rodríguez O.F.M.
ARZOBISPO DE SUCRE